El valor que distingue a tu diamante

Un diamante es para siempre; sinónimo de lujo y sofisticación.  Por eso, es indispensable conocer el origen de tu pieza y el proceso por el que es sometido para obtener validez y un certificado que acredite su naturalidad.

Existen estándares de calidad para que cumplan con lo necesario y rocen la perfección. A continuación, te los mencionamos.

En CRONOMETRÍA te brindamos sólo aquellos diamantes que alcancen un grado de belleza, brillo y pureza a la altura de nuestro distintivo público. Para lograr satisfacerte, te ofrecemos diamantes certificados por GIA y HRD de Amberes, Bélgica. 

En la venta y adquisición de diamantes, existe un término conocido como “Las 4 C’s” que determina el valor de los mismos. La primera de ellas es el carat, o quilate, como es mejor conocido en español. Los quilates son la medida que indica el peso de un diamante. Un quilate equivale a la quinta parte de un gramo, es decir, 0.20 gramos. El número de quilates está relacionado con el tamaño que tendrá una gema al ser apreciada desde una vista cenital.

El segundo aspecto a examinar es la claridad del diamante. La claridad es la forma en que se mide la pureza de una piedra preciosa. Cada diamante es analizado mediante una lupa con un aumento equivalente a diez veces la escala. En este procedimiento se buscan imperfecciones, ya sean superficiales o internas, que se hallen en la figura del diamante; mientras menor sea la cantidad de defectos descubiertos en la gema, se puede decir que es más pura.

El color del diamante se refiere a la tonalidad natural con la que fue encontrada la gema. Los diamantes clasificados con mayor calidad son aquellos que son absolutamente incoloros y son los que más valor alcanzan. En el ámbito de la joyería se conoce una escala de clasificación que otorga la letra ‘D’ a los diamantes incoloros; ‘G’, ‘H’ e ‘I’ a los que cuentan con una ligera tonalidad amarilla casi imperceptible; llegando hasta el rango que comprende de ‘S’ a ‘Z’, diamantes con un color de gran intensidad.

Por último, el corte de los diamantes es la característica más importante en el tratamiento de ellos, así como en su futura venta. La talla, como también se le conoce, es la propiedad que le permite a la piedra preciosa reflejar la mayor cantidad de luz desde su interior. 

Un diamante es para toda la vida; la calidad es nuestro compromiso, atesorarlo es el tuyo.